Los custodios de Fort lo recordaron con anécdotas que lo pintan de cuerpo entero
"La gente se conoce a través de las anécdotas", dijo anoche Alejandro Fantino en Animales sueltos. Lo dijo dos veces, en dos momentos distintos de su charla con cinco de los custodios de Ricardo Fort, el empresario-millonario-artista-mediático que murió la semana pasada y todavía permanece como un fantasma en la televisión. Durante poco más de una hora, las increíbles anécdotas -muchas de ellas alborde de la verosimilitud- se amontonaron ante un Fantino que muchas veces adoptó el papel de comensal incrédulo en una sobre mesa.
"Con Ricardo, en tres semanas te pasaban las mismas cosas que con otro te pasaban en tres años", graficó Oscar "Osqui" Saa, el custodio más antiguo. Empezó a trabajar con Fort en 2008, tras la muerte de Carlos Fort, por recomendación de la actriz Mónica Guido. "Trabajé con gente de más dinero que Ricardo y no me dejaban ni tomar mate -contó Osqui-. Fort ha alquilado una habitación en Río de Janeiro más cara que la de Arjona para su custodia."
"No hay mejor homenaje para alguien que ya no está, que los que laburaron con él hablen bien", señaló Fantino. Y así empezó a correrse el velo que ocultaba detrás de aquel personaje soberbio y omnipotente a una persona sensible y generosa. En definitiva: a un personaje complejo, como somos todos, que a pesar de haber vivido dentro de un reality show los últimos seis años de su vida, el público está empezando a conocer en profundidad recién después de su muerte.
Así contaron que Fort acostumbraba dejar un 20% de propina y recordaron una cena en el Hotel Faena que costó 20 mil pesos y en la que el empresario dejó 4 mil para los mozos. "Ricardo pedía una mesa para 15 personas, empezaba a caer gente y terminaba siendo de 45", recordó Osqui.
"Tenía una facilidad para gastar plata", dijo Santiago "Willy" Benavídez y contó una anécdota muy particular: una mañana fueron a retirar la mensualidad que recibía Fort de la fábrica. Con la plata en la mano, les dijo a sus custodios: "¿En qué la gastamos?". Y se fue a comprar un Mercedes y dos motos, que pagó en efectivo. A la tarde, lo llamo su mamá porque estaba atrasado en el alquiler. "¿Podés pagarlo vos, mamá?", le pidió Fort. "Te lo pago, pero después cuando cobres me lo devolvés", le contestó su madre. "No te lo voy a devolver porque cobré esta mañana y ya me gasté todo", le dijo. Y Marta Fort le cortó el teléfono. "Ella sabía que Ricardo era capaz de quemar 1 millón 200 mil pesos en una mañana", concluyó Osqui.
Las anécdotas continuaron: cuando Fort les pidió a sus custodios que lleven a Luis Ventura a la cancha de El Porvenir en su Rolls Royce, o cuando cayó en una casa de Mar del Plata con "un kilo y medio de dólares". O aquella Navidad en Punta del Este en la que un "modelo amigo" estaba haciendo el asado y a las doce uno de los custodios encontró a Fort en el baño tiñéndose el pelo y le dijo: "Ricardo, ya son las doce" y el empresario le contestó: "No van a ser las doce hasta que lo diga yo".
Megalómano, infantil, generoso, sensible y quién sabe cuántas cosas más fue Ricardo Fort, un personaje que todavía no termina de agotarse a pesar de su muerte.