"LA MOLE MOLI, ¿ADRENALINA O HIJAPUTEZ?"

El sábado pasado, en el Club Talleres de Remedios de Escalada, en Lanús, la pelea entre Fabio “La Mole” Moli y Matías Vidondo tuvo un final inesperado. Con el retador ya en la lona y con el árbitro a punto de comenzar la cuenta de protección, “La Mole” le propinó dos trompadas en la cabeza.



Por Ricardo Fort


Fuera de todo código del boxeo, y tal vez sintiéndose impune como acostumbra a sentirse este personaje, arremetió contra su adversario cuando ya estaba entregado, con las rodillas sobre la azul lona. Si solo ver el video ya causa bronca, me imagino a los presentes, lo que les habrá generado ver semejante falta de profesionalismo y brutalidad. Se entiende el revuelo que armaron bajo el ring, con golpes y sillas voladoras destinadas al falso ídolo.

Ahora me explico por qué en su momento he tenido mis desavenencias con este personaje que siempre me pareció una seria aberración al ser humano. En mi cabeza, un hombre que tenga a la mujer sometida a lavar, planchar y cocinar en la casa es un retrogrado.

Pero si a este señor se lo lleva a la televisión y me lo venden como un personaje bueno, queriéndolo comparar con un Shrek de la vida real y divertido, se me ponen los pelos de punta.

Y si este hombre, además de llegar a nuestros hogares por las pantallas de televisión, además es considerado un astro deportivo y hasta forma parte de compañías de teatro, ya más que los pelos de punta, ¡me da terror!


UN ÍDOLO QUE SE COME LOS MOCOS


Pensar que la juventud hace un ídolo de alguien que es mal hablado, que insulta, que se come los mocos, que escupe y denigra a la mujer en todos sus aspectos me hace pensar, ¿qué nos pasa?

Por suerte la vida es sabia y lo que te da, como te lo da te lo quita, si no sabés aprovecharlo y no sos digno de recibirlo.

En esta pelea se demostraron los “códigos” de ser humano que tiene “La Mole”. Como dije, para pegarle dos trompadas a un adversario cuando ya está en la lona hay que ser muy -y no me quedan otras palabras-… ¡hay que ser muy hijo de puta!

Pero lo que más me aterra de esto es que algunos programas de TV, en vez de juzgarlo y condenarlo por su maldad y bajeza, lo excusan y le dicen “bueno...estabas con la adrenalina del momento”.

¡No!... ¡Hijos de puta..! ¿Qué adrenalina del momento? Este tipo debería ir preso. No solo quitarle el título. Se merece una condena mayor. Esto es un deporte, y hay que respetar las reglas.

¿Qué le están enseñando a la juventud? ¿que está bien lo que hizo? ¿Entonces un chico drogado que roba y mata lo hace por la adrenalina del momento? ¿Mataste porque venías enganchado por la adrenalina? ¿Qué mierda tienen en el cerebro estos conductores y panelistas? A un tipo que hace eso, además de no dejarlo boxear más en su vida, lo meto preso.

Pero no es la primera vez que este ser hace algo parecido en sus peleas. Pregúntenle a Walter Masseroni, a quien tiró a la lona a empujones y luego le pegó un artero rodillazo.

Me indigna que afirme que la pelea que se armó abajo del ring no fue su culpa y que en los medios lo apañen. Seguimos excusando ídolos. O pseudoídolos.


FARSANTE CON PROBLEMAS PSICOLÓGICOS


La sociedad debería aprender quién es un ídolo y quién es un farsante personaje que sirvió solo a un programa de televisión y que nos lo vendieron como estrella del box. Un personaje que lo único que enseñó en el medio fue violencia hacia los demás, grosería, grotesco y una falta de talento para lo que después quiso ser: un “artista”.
Pero la culpa no solo la tenemos nosotros, los que miramos televisión. La tienen los productores, que juegan con estos personajes border con graves problemas psicológicos, poniéndolos en sus programas para que el morbo del televidente haga de él un producto rentable a la hora del rating. Todo vale.

Va a llegar el día que estos productores hagan de un asesino serial un personaje mediático que les sirva para que nosotros, gente pelotuda, le sigamos la vida y ayudemos a que estos programas midan bien.

Si no queremos este ejemplo para nuestros hijos y no queremos esta gente en la televisión, no sigamos a estos psicóticos. Nosotros tenemos el poder de decidir quién está en la tele y a quién queremos ver. Pero si les damos de comer por nuestro morbo estúpido, vamos a seguir teniendo Moles Molis, Zulmas Lobatos o Jorgitos Porcel pululando por los canales.

A los productores, mientras tanto, les importa tres carajos el contenido de sus programas, la única meta para ellos es tener el rating más alto, aunque para ello tengan que usar a estos personajes, y después los descarten como basura. Empecemos a decidir quienes entran a nuestras casas por la pantalla. La basura, al basurero.

Entradas populares